Tanto si eres un deportista aficionado, regular o experimentado, como si acabas de decidir retomar el deporte, es vital que te mantengas en movimiento para proteger tu salud. Sea cual sea tu objetivo -mejorar tu rendimiento, favorecer la recuperación, limitar las lesiones o apoyar tu cuerpo-, es importante sobre todo entender cómo funciona el ejercicio.
¿Qué le ocurre a mi cuerpo durante el esfuerzo físico?
En primer lugar, nuestros músculos necesitan oxígeno para funcionar correctamente. El oxígeno se utiliza para convertir la energía almacenada localmente en forma de glucógeno en energía utilizable por las fibras musculares.
Este oxígeno es suministrado por nuestros pulmones, pero su papel no se detiene ahí, ya que también son responsables de eliminar el dióxido de carbono, un producto de desecho de la producción de energía.
Para hacer circular este oxígeno por nuestro cuerpo, entra en juego un tercer actor: ¡el corazón! Nuestro ritmo cardíaco aumenta para permitir que circule más oxígeno (a través de la sangre) a mayor velocidad. El corazón bombea oxígeno y lo hace llegar a los músculos utilizados durante el ejercicio. Por último, la cuarta cosa que podemos sufrir con más facilidad son nuestras articulaciones. El ejercicio añade peso extra a las articulaciones, a veces cinco o seis veces más que nuestro propio peso corporal. Dependiendo del tipo de actividad física que elijamos, nuestras articulaciones están sometidas a diversos grados de tensión, fricción, roce, torsión e impacto.
El cuerpo necesita 15 veces más oxígeno cuando hacemos ejercicio, por eso respiramos más deprisa y con más intensidad.
Drenaje y deporte
Además de fortalecer los grupos musculares, el deporte tiene numerosos beneficios para los órganos internos.
Estimula los órganos de eliminación (los emuntorios): el hígado, los riñones, los pulmones, los intestinos y la piel.
El ejercicio regular aumenta el metabolismo del hígado, lo que facilita la eliminación de toxinas (alcohol, tabaco, exceso de carne roja, etc.), la síntesis de proteínas y la eliminación de residuos.
Toxinas y deporte
El deporte es también una forma de evacuar las toxinas a través de la transpiración. Pero durante la actividad física, el organismo también produce toxinas. Estos residuos proceden del uso de energía por parte de los músculos.
El ácido láctico producido por el organismo durante el ejercicio provoca un aumento de la acidez en los músculos. Esto explica la dificultad que se experimenta tras un cierto umbral de actividad deportiva, los dolores e incluso los calambres.
Fabricada por el hígado a partir de la descomposición de las proteínas, la urea es una molécula que constituye una de las principales vías de evacuación de los residuos nitrogenados del organismo.
¿Qué necesito?
- Basar el cuerpo para un mejor rendimiento físico
- Apoyar el cuerpo antes, durante y después de la actividad deportiva
- Aliviar el dolor causado por el esfuerzo físico
- Favorecer la recuperación
Para satisfacer estas necesidades, existen soluciones listas para usar. Entre ellas, savia fresca de abedul ecológico enriquecida con brotes de grosellero negro, fresno, avellano y abedul y brotes jóvenes de arándano.
La savia mantiene flexibles los músculos y las articulaciones. Las yemas de abedul y grosellero negro ayudan a eliminar las toxinas y los residuos producidos por los músculos durante el esfuerzo físico.
Consejos de utilización
- Deportistas ocasionales: 1 tratamiento de 3 semanas con 1 cucharada sopera diluida en un vaso de agua por la mañana. Repetir el tratamiento 2 ó 3 veces al año.
- Deportistas regulares: 1 cura de 3 semanas con 1 cucharada sopera por la mañana diluida en un vaso de agua. Hacer 2 tratamientos de 3 semanas con 1 semana de descanso.
- Deportista de alto nivel: 1 cura de 3 semanas, 1 cucharada sopera por la mañana diluida en un vaso de agua. Tomar el tratamiento 3 semanas antes y justo después de la competición.
- Recomendado a partir de los 13 años y desaconsejado a las mujeres embarazadas.
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